Lo que pudo ser y no fue

Antes pensaba en un futuro. En una casa con patio, plantas y mascotas. En cuidarte cuando estuvieras enfermo, esperarte con la comida lista cuando volvieras de trabajar, aunque no me gustara cocinar. En vacaciones en cualquier lugar, pero juntos. En desayunos de domingos sin ganas de hacer nada, en debates y chicanas de partidos de fútbol que nunca te iba a poder ganar. En fiestas, bailes, karaokes, cervezas y fernets, aunque conmigo mucho no te gustara tomar (¿Por qué?). En cenas en lugares caros pero también comiendo panchos en la plaza. En regalos que hacerte en fechas especiales y en otras que no lo fueran. En cosas nuevas por descubrir juntos, como esos juegos con pelotas gigantes, laberintos, y esas cosas raras que se ven divertidas. En cumpleaños disfrutar, en proyectos exitosos y otros no tanto. También pensaba en peleas y discusiones y en las bellas reconciliaciones que podíamos tener. Imaginaba una familia feliz, con sus altos y bajos, pero feliz al fin.
Y ahora en realidad tengo un sabor amargo por todo eso que nos quedó pendiente. Ahora ya no habrá sorpresas ni detalles que tanto me gustaba darte, como papeles escritos diciéndote lo mucho que te amo escondidos por ahí, ni fotos escritas con frases que las describan, ni chocolates ni mentitas (¿Cómo te puede gustar eso?). Ya no habrá café los domingos, ni comidas, ni partidos en la cancha juntos. Ya no vamos a tener nuevas fotos para recordar que la pasábamos bien. Ya no hay ni mascotas, ni plantas ni casa. Ni vacaciones, ni salidas. Tampoco vamos a tener navidades, ni años nuevos, ni aniversarios, ni cumpleaños. Hubiésemos tenido un gran futuro, pero ahora ya no tenemos nada.